Buñuel estaba destinado a echar raíces en México: en 1939, terminada la Guerra Civil Española, se exilió en Estados Unidos, pero sus antecedentes ideológico-políticos lo obligaron a salir de este país. Durante cinco años trabajó sin mayores problemas en el Museo de Arte Contemporáneo de Nueva York pero en 1945, en el aire los gérmenes del macartismo, se supo de su pasada filiación comunista y, para colmo, Dalí en su autobiografía recordaba la condición de ateo de Buñuel. La reacción furibunda del conservatismo estadounidense no se hizo esperar: Buñuel no sólo tuvo que renunciar al Museo sino que debió abandonar el país porque el FBI le levantó un minucioso prontuario que lo convirtió en un sospechoso peligroso y un desempleado permanente. Marchó a México -en esos días en el esplendor de su industria cinematográfica- y allí encontró expeditas oportunidades. Su primer film, en 1946, fue Gran Casino, un musical con dos cantantes popularísimos, Jorge Negrete y Libertad Lamarque, film que terminó en fracaso. Decepcionado, se mantuvo al margen por un tiempo, pero en 1949 con El gran calavera tuvo un gran éxito de taquilla y, renovados sus bríos, filmó un año después Los olvidados, una de sus películas-cumbre y pronto considerada como la mejor del cine mexicano de todos los tiempos.
Si nos pidieran opinión, gusto personalísimo de por medio, diríamos que, en orden de aparición, éstas son las mejores películas del gran director hispano-mexicano: Los olvidados (1950), Viridiana (1961), Ese obscuro objeto del deseo (1977), El discreto encanto de la burguesía (1972), Tristana (1970) y Bella de Día (1966). Pero nada es deleznable en la producción de Buñuel porque en películas poco nombradas, modestas incluso, su originalidad es inconfundible. Tal lo que constatamos en películas como El Bruto, Robinson Crusoe, Él, la misma El Gran Casino. Él, por ejemplo, de no haber sido por el apego del director a la novela que la inspiró, hubiera sido -equiparada al Otelo de Shakespeare- el clásico cinematográfico universal de la tan humana pasión de los celos.
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