martes, 6 de diciembre de 2011

El femenino y las profesiones

El femenino y las profesiones


         A menudo escuchamos decir o leemos: “Margarita es abogado”, “Mireya se graduó de ingeniero”, “Laura es arquitecto”, “Mercedes es odontólogo”.etc. En días pasados pregunté a un amigo por su esposa: “¿Cómo está la odontóloga?”, le dije, y él casi ofendido me respondió: “La odontólogo querrás decir”. “Odontóloga, le repetí, y no es incorrecto”. “No será incorrecto –me replicó- pero se oye bien feo”. Le hice una pequeña aclaración y lo remití al Diccionario de la Real Academia Española (DRAE). Me pareció convencido pero no contento.
         Eso está ocurriendo, y es una de las irregularidades del uso del español: se cree que los nombres de las profesiones son masculinos solamente e incluso las mujeres hablan de su profesión atribuyéndole el masculino.
         Los nombres de las profesiones y oficios en general, y ello no es nuevo (las ediciones contemporáneas del DRAE siempre lo han indicado), responden a los dos géneros. No solamente se puede sino que se debe decir  médica, abogada, ingeniera, arquitecta, odontóloga, farmacéutica, bióloga, física, psicóloga, zoóloga, química, fisióloga, fisicoquímica, pedagoga, bibliotecaria, filósofa, funcionaria, filóloga, técnica, consultora, ministra, jueza, bibliófila, biógrafa, música, procuradora, senadora, etc., etc.
         Existen también –y son una minoría- los nombres de profesiones designados por el DRAE como “común” (a ambos géneros). Generalmente son los originalmente terminados en “a”: psiquiatra, terapeuta, fisiatra, pediatra, etc. Basta con anteponer el artículo “el” o “la” para significar si se trata de hombre o mujer: el terapeuta, la terapeuta. Otros como “conserje”, “cónsul”, igualmente declarados comunes, forman  su  género con el mismo artículo: el conserje, la conserje, el cónsul, la cónsul (aunque la Real Academia Española-RAE- también admite consulesa).
         Hay particularidades –yo incluso diría rarezas- como el término “contralor” que la Real Academia designa sólo como masculino. El DRAE otorga a este término tres significados, todos coincidentes en el sentido de la supervisión y examen  de los gastos oficiales (de las casa reales, algunas instituciones del ejército y entidades públicas). Digo rareza porque en un caso como éste, la RAE admite que el cargo u oficio de contralor sólo es ejercido por hombres (al confinar el término al género masculino) y ello supone una incongruencia porque como vemos a diario la mujer asume cada vez más responsabilidades en la sociedad. Habría que decir según la fórmula de la RAE, por ejemplo, “María Pérez es el contralor de tal ministerio”  puesto que ni siquiera podría decirse es “la contralor”. Es evidente que el confinamiento masculino de esta palabra es un verdadero arcaísmo porque la RAE define sus significados apoyada en razones históricas, todas superadas en la actualidad. En mi opinión, con respaldo en la lógica del habla y la legitimidad del uso, puede emplearse el vocablo “contralor” de la misma manera como se emplean los nombres en general  respecto de los géneros.  A pesar de la RAE y su instrumento de campaña, el DRAE, es entonces perfectamente correcto decir “María Pérez es la contralora del ministerio”.
         Tan es cierta la consagración de los dos géneros para los nombres de las profesiones que el DRAE hace la salvedad -solo para las cuatro profesiones tradicionales (abogado, médico, ingeniero y arquitecto)- de que morfológicamente también pueden usar “la forma masculina para designar el femenino”. Es decir, consagra ambos géneros para los nombres de estas cuatro profesiones, pero concede que la forma masculina puede designar el femenino, lo cual es una necedad sólo explicable porque se trata de las cuatro profesiones liberales que en el pasado fueron abrumadoramente ejercidas por los hombres. Y es también un rasgo de la inercia conservadora de la Academia que, amén de contradictorio, introduce una perniciosa inseguridad en los hablantes.
         Nada hoy en día autoriza el empleo exclusivo del masculino para designar las profesiones y oficios. Decir que “Josefina Mendoza se graduó de abogado, médico, ingeniero arquitecto u odontólogo, etc.”  es intrínsecamente incorrecto y secuela de una larga  tradición sexista afectada de impropiedad semántica y completamente desautorizada por la realidad. Perogrullo tiene la palabra: basta ya de una discriminación pueril; las mujeres no sólo han alcanzado plenitud de derechos sino que han abordado todas las profesiones con una solvencia irrefutable. Mujeres periodistas de todo tipo, mujeres que me leen: reivindiquen en el lenguaje su género y no se dejen vencer por el contrabando de la costumbre.         

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