sábado, 2 de noviembre de 2019

Los conflictos en el mundo y Cristo Jesús


Cuando veo los conflictos que vive el mundo (muy obvios estos días en nuestro continente a propósito de los disturbios en Chile, Ecuador y Bolivia) me convenzo de que en el fondo de los mismos subyace una crisis espiritual profunda que revela un anhelo difícil de precisar porque el mundo se ha llenado de logros materiales deseados por la mayoría, y a la larga insatisfactorios. Ocurre que esa crisis ha tenido algunas respuestas de tipo moral (igualdad en la riqueza, difusión de la solidaridad, fraternidad, bienestar etc.) las cuales también han sido insuficientes. Para mí, solo hay una respuesta válida: la búsqueda de Dios. Sin saberlo o intuyéndolo, los pueblos, la gente, experimentan una gran necesidad de Dios. Y aciertan en esto porque solo el llenarse de Dios da lugar a la paz. A la paz individual que es predecesora de la paz social. Y cuando decimos "Dios" nos referimos a la Deidad Trina -Padre, Hijo, Espíritu Santo-. Al aceptar a Jesús, Dios que se hizo hombre, nuestra sensibilidad y nuestra percepción de los demás y del mundo cambian completamente. Nos contagiamos de la tolerancia, la rectitud, el amor a nuestro prójimo que caracterizaron al Maestro de Galilea. Por supuesto, estoy hablando de quienes hacen una aceptación genuina de él y dan testimonio en toda circunstancia.
            De allí la evidencia de que no son los sistemas los que arreglan el mundo. Países hay con sistemas de organización social muy buenos que terminan en conflictos porque están sobre un sustrato espiritual dudoso, como lo está demostrando Chile. Mucho éxito, mucho progreso pero una moral quebrantada, liberal, permisiva (la ley dispensadora del aborto, la de diversidad de género, etc.). Ni hablar de los sistemas socialistas los cuales de entrada son problemáticos, opresivos, ateos, estériles. Claro está que la felicidad total no existe porque el hombre entregó el dominio del mundo al “príncipe de las tinieblas”. Pero si aceptamos a Jesús, cambiaremos en él, y la paz reinará en nuestro corazón, nuestros cuerpos se fortalecerán porque renunciaremos a los vicios y nos gozaremos en hacer el bien. Así, las naciones con una importante población cristiana se abocan igualmente a la paz y logran estabilidad política, prosperidad y autoridad moral. Costa Rica es un ejemplo cercano a nosotros. También otros países similares: Corea del Sur, Alemania, Nigeria, Kenia, Congo RD, Estados Unidos, Brasil, China, Reino Unido, África del Sur, India (donde el cristianismo se difunde por encima de multitud de religiones primitivas).


sábado, 17 de agosto de 2019

Entrar al Reino de Dios



            El 7 de agosto de 2012 el Señor me llamó a su Cuerpo. Fue un llamado muy claro, resultado de un remover espiritual profundo. Ese llamado me dio una enseñanza inolvidable: cuando el Señor llama hay que obedecerle porque Él no revocará ese llamado. Si la desobediencia persiste, las consecuencias pueden ser muy duras. Desde que Él me llamó mi vida cambió. Dejé para siempre el mundo secular y entré al Reino de Dios. 
     Fui formado como católico y cumplí todas las ceremonias que esa formación demanda: bautizo (con poco tiempo de nacido), primera comunión, confirmación, matrimonio, misas. Pero nunca me sentí en verdadera comunión con el Señor y mi vida fue placentera, mundana. Había, sin embargo, en mí mucha necesidad de Dios. Me solía arrodillar y pedirle que me dijera o demostrara toda la verdad (aún no era familiar para mí la palabra “revelación”). En 1963 en España encontré un libro unitarista que me enseñó algo precioso: la oración. Insistía mucho en la oración al Dios Único. Supe tiempo después que el unitarismo no es una doctrina correcta, pero ese libro (llamado por su anónimo autor Libro de la Vida) grabó para siempre en mí el valor de la oración.   Lamentablemente no oré con la insistencia debida y la vida mundana volvió a apoderarse de mí. 
     A mediados de junio de 2012, en plena madurez de mi vida biológica, viví una crisis espiritual conmovedora. Acudí a mi religión tradicional. Pero no hallé respuesta. Un par de meses antes había conocido a un pastor cristiano. A él acudí cuando la crisis que vivía tomó escalas muy altas. Me recibió en su iglesia. Él, su esposa y algunos hermanos que allí estaban, oraron por mí. Desde ese momento mi crisis comenzó a amainar; mi asistencia a esa iglesia se hizo cotidiana. Encontré paz y supe que el Señor Jesucristo me había recibido en su Cuerpo, es decir, en su iglesia.
            Recientemente hubo entre los hermanos, con quienes suelo reunirme para orar, una digresión en torno al concepto iglesias. La iglesia de Cristo es una, alegaba un hermano; luego no debería hablarse de iglesias. Pero pronto entendimos que hay denominaciones, en su mayoría legítimas. Cada denominación, en sentido amplio, es una iglesia, una clase de congregación con algunas características propias. Pero todas están bajo un denominador común: la Biblia. Solo aquellas que introducen nociones contrarias a la Biblia dejan de ser iglesias para convertirse en sectas. Tal es el caso de los hermanos Testigos de Jehová y de los hermanos mormones. Los primeros niegan la divinidad de Jesús; los segundos han establecido el Libro del Mormón, paralelo a la Biblia
            Para vivir alineados a la voluntad de Dios hay dos recursos esenciales: la oración y la lectura de la Biblia. La Biblia es la Palabra de Dios y por ello debemos aceptarla tal cual fue redactada por inspiración del Espíritu Santo. Mateo 24-35 lo dice con claridad: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”.

sábado, 29 de junio de 2019

Venezuela en crisis espiritual


           
            Leí recientemente en la página de un pastor cristiano que la crisis vivida por Venezuela tiene origen espiritual. Hace unos cuatro años leí algo similar en un libro titulado “Memorias de una nación en guerra” escrito por el reverendo José Ángel Hernández, también pastor cristiano, radicado hoy en Estados Unidos. Es este un libro sobrio, de abundante argumentación. Su tesis es la misma: Venezuela vive desde 1999 una crisis cuyo origen es espiritual. De esto hay que hablar, aunque la incredulidad sea mucha.
            Cuando he conversado con no creyentes y ateos, siempre aludo a una realidad que tenemos a la vista: el espacio sideral. Los científicos con sus ultramodernos telescopios han descubierto la existencia de entre 200 y 400 mil millones de estrellas y 445 sistemas solares. Esa inimaginable cantidad de cuerpos celestes guardan un orden perfecto: siguen órbitas de diversa magnitud sin que haya choques entre ellas y un buen número de los sistemas solares son mucho más grandes que el nuestro. ¿Se hicieron solos? ¿Es concebible que la materia original inerte evolucione de tal manera que construya vastos sistemas celestes y sistemas solares complejos y al final dé lugar a seres individuales inteligentes y de poderosa iniciativa? La ciencia no ha podido explicarlo y parte de ella ha terminado por admitir las explicaciones de raigambre espiritual enunciadas en la Biblia, el único libro sostenido a lo largo de la historia. Los hombres de ciencia -salvo los recalcitrantes más por orgullo que por convicción- han aceptado que todo eso resumido en el concepto vida ha sido creado por una inteligencia suprema llamada Dios.
            Albert Einstein, el científico más importante del Siglo XX y entre los primeros de la humanidad, dijo:
            “Al intentar llegar con nuestros medios limitados a los secretos de la naturaleza, encontramos que tras las relaciones causales discernibles queda algo sutil, intangible e inexplicable. Mi religión es venerar esa fuerza, que está más allá de lo que podemos comprender. En ese sentido soy de hecho religioso: las leyes de la naturaleza manifiestan la existencia de un espíritu enormemente superior a los hombres … frente al cual debemos sentirnos humildes”.
             Ese “espíritu enormemente superior a los hombres” no podemos llamarlo sino Dios. Y ese Espíritu, fundado en un poder inherente denominado amor, es el creador de ese abrumador y maravilloso orbe que es el Universo. La existencia de Dios es incuestionable.
            En Venezuela a mediados de los años ochenta el hermano José Ángel Hernández hizo guerra espiritual en Sorte, la montaña de ese demonio llamado María Lionza representado por una mujer blanca de mediana edad y ropas claras. Gran parte de Venezuela desfiló por esa montaña donde se levantaron miles de altares. Adorar a semejante demonio implicó que una buena porción de la población venezolana diera la espalda al Dios Único, Creador del Cielo y de la Tierra. Ello trajo males al país. Uno descollante fue la crisis política iniciada en 1983 con el denominado “Caracazo” a partir del cual Hugo Chávez accedió al poder después de dos golpes de Estado fallidos, siendo elegido en 1999 Presidente de la Republica. Cuando un grueso número de la población de un país se aleja de Dios la desgracia sobreviene. No por voluntad del Señor ni mucho menos como castigo. La Deidad Trina (Padre, Hijo y Espíritu Santo) es un caballero. Respeta las decisiones de sus creaturas humanas. Ese alejamiento abre un espacio espiritual que vienen a ocupar los poderes de las tinieblas. Hug0 Chávez en el poder se involucró en la brujería de manera pavorosa (David Plácer, joven periodista venezolano hoy exiliado escribió el libro “Los brujos de Chávez”) y se dice que el Sr. Maduro y su entorno han convertido al palacio de gobierno en un cubil de brujería.
            La brujería es obra de Satanás y una de las más graves ofensas a Dios. Por eso el Antiguo Testamento advierte y la repudia en múltiples versículos.       Así -para solo citar uno-  en 2 Crónicas 33:6 se lee: “Hizo pasar por el fuego a sus hijos en el valle de Ben-hinom; practicó la hechicería, usó la adivinación, practicó la brujería y trató con médium y espiritistas. Hizo mucho mal ante los ojos del SEÑOR, provocándole {a ira.}”.
            Afortunadamente en Venezuela hubo y hay un remanente que se ha mantenido fiel al Señor, orando sin cesar y llevando una vida irreprensible. A él han oído Dios y su Santo Hijo y por eso nuestro país no será esclavizado por el Maligno. Venezuela pronto renacerá con un poderoso avivamiento y estos ya largos años de escasez y retroceso cesarán. Será un país sostenido por una iglesia fiel y consagrada y vendrá paz, abundancia, alegría. El Cuerpo de Cristo tiene un gran papel que realizar. Su enorme responsabilidad es sostener la espiritualidad del país. Debemos estar muy conscientes de ello. Orar sin cesar, ayunar, vigilar, evangelizar son sus tareas naturales y debe asumirlas con denuedo y perseverancia. La palabra profética es esperanzadora: Venezuela será nación líder en Cristo Jesús y gran testimonio y ejemplo para el mundo.
           
            Mérida, Venezuela, 29 de junio de 2019
           




domingo, 14 de abril de 2019

Derechas e Izquierdas


Derechas e izquierdas
            A menudo la gente en política habla de derechas e izquierdas y, como en una suerte de moda, muchos se inclinan por las primeras. Ser de izquierdas supone estar con el progreso, la vanguardia. En el siglo XX la mayoría se proclamaba de izquierdas. Venezuela fue emblemática en ese aspecto.
            Ocurrió que, en 1999 Hugo Chávez, por vía democrática, tomó el poder y se inició un gobierno de izquierda en Venezuela. Pronto, ante el temor que muchos habíamos manifestado, comenzaron a verse los resultados: las expropiaciones y el empobrecimiento del país proliferaron. La escasez amenazó, pero, en 2004, ante la inestabilidad política en el Medio Oriente, los precios del petróleo se dispararon hasta rebasar los 100$ el barril. Hubo unos años de suficiencia que dieron lugar a un clima de paz y aparente confianza. Pero los economistas expresaron su temor: La crisis del Medio Oriente iba a pasar y los precios regresarían a niveles normales de tal manera que, si el rumbo iniciado por Chávez permanecía, la economía venezolana se iría a pique. Las expropiaciones continuaron. Un poco después de morir el Comandante, encargado Maduro, los precios del barril de petróleo se contrajeron de 100$ a un poco más de 40. No era un mal precio, pero la equivocada política de expropiaciones ya exigía un cambio. Maduro la profundizó y la economía entró por un despeñadero. Los cortes de luz se hicieron más frecuentes y la escasez produjo una inflación convertida en hiperinflación en asunto de días.
            Maduro concluyó el periodo de Chávez e inició otro con un mandato electoral dudoso. Hoy Venezuela es un país destruido. Maduro y sus partidarios proclaman su afiliación de izquierdas y tildan de derecha al conjunto de sus adversarios y críticos.
            De izquierda se califican los gobiernos de Morales en Bolivia, Ortega en Nicaragua y, hasta hace poco, el de Correa en Ecuador. Todos aceptan ser bolivarianos. Ninguno de éstos ha arruinado la economía de su nación pero han mostrado un perfil autoritario y rechazo a dejar el poder. La consecuencia es perturbación política y social en sus países.
            Si a ellos añadimos el gobierno de Maduro, el balance de la izquierda es desolador. Por lo tanto, la izquierda ha sido un desastre al gobernar en América Latina. Si comparamos este desempeño con el de los gobiernos de derecha (así llamados por los líderes de izquierda) la conclusión es que éstos son más exitosos. Que la economía funcione y la alternabilidad democrática se realice, es garantía de estabilidad política y social. Si el gobierno no lo hace bien, podrá ser reemplazado por otro en elecciones libres. 
            En este punto me interesa hacer una reflexión espiritual: como cristiano siempre me ha sido familiar escuchar que nuestro amado Cristo Jesús está sentado a la derecha del Padre. Si está sentado a la derecha es porque la derecha es buena. Al revisar el origen de la palabra izquierda, nos encontramos con que es equivalente a “siniestro”. El DRAE así lo define; Siniestro: “…Que está a la mano izquierda/ Avieso y mal intencionado/ Infeliz, funesto o aciago/ Propensión a lo malo; resabio, vicio o dañada costumbre que tiene el hombre o la bestia”.
            Izquierda es, pues, igual a siniestro. En idioma italiano izquierda se dice “sinistra”. En el campo espiritual la izquierda representaría lo contrario a las preferencias del Señor, el Dios Creador del Cielo y de la Tierra, Dios de amor absoluto y misericordia, Amadísimo Jehová de los ejércitos.

Los Tatuajes Hay una porción de la población mundial que admira y usa los tatuajes. No obstante, los tatuajes pueden causar infecciones en l...