Acabo
de leer El nuevo código secreto de la
Biblia, parcialmente, pero con una visión panorámica que me da inteligencia
sobre su total contenido. Es un libro técnico, escrito por un periodista
estadounidense ateo, con la ayuda de un ilustrado judío de apellido Rips. No es
de esos libros que pueden llamarse apasionantes, al menos desde mi perspectiva.
Lo leí como quien escala una montaña o, mejor, un risco, sin la pasión de un
alpinista. Terminé por abandonarlo cuando entendí que ya tenía una idea
suficiente de él.
El libro examina los versículos de
la Torá, la cual es su único contexto, y va descubriendo los versículos que en
ella se encuentran de manera entrecruzada. Su novedad consiste en que son
profecías distintas a las del Antiguo Testamento y proyectadas sobre el siglo
XXI. El mensaje derivado de ellas es que el mundo terminará destruido por un
holocausto nuclear generado desde el Medio Oriente por terroristas musulmanes.
Ese holocausto se llevará a cabo en el año 2006. El escritor tajantemente habla
del “fin de los días”, es decir, del fin de la civilización actual en todo el
planeta. Aplicando su método de versículos entrecruzados, los códigos secretos
de la Biblia (esto es, los que no están conocidos de manera explícita) revelan,
por ejemplo, la destrucción de las Torres Gemelas del World Trade Center, los
actos terroristas fraguados en Afganistán y la personalidad y planes de Osama
Bin Laden, además del asesinato –ya consumado- del presidente J.F. Kennedy. De
pasada, el periodista cuenta cómo hizo contacto con líderes del momento como
Yaser Arafat y su ayudante, y líderes judíos especialmente del sector militar
sin que hubiera podido entrevistarse, a pesar de su insistencia, con el primer
ministro Ehud Barak´
La debilidad del libro está en que
todo lo apuesta al hecho de que “el fin de los días” culmina en 2006 con el
lanzamiento del artefacto nuclear que produciría el holocausto. Han pasado 14
años (hoy 20 de julio de 2020).
Otra
de sus debilidades es que es una profecía totalmente judaica, ignorando el
Nuevo Testamento (aunque hace referencia tangencial del Apocalipsis) no
obstante estarse redactando en el año 2002. El autor, Michael Drosnin, a pesar
de declararse continuamente ateo, se muestra sorprendido de las revelaciones
proféticas emanadas de “alguien superior” que no está en el planeta sino “en el
cielo”.
En conclusión, debo decir que es un
libro pesado, cargado de notaciones técnicas, “matemáticamente “bien
distribuido o diagramado (seguramente por la influencia del matemático Rips) y,
por tanto, “desangelado”. Acercándose al final hay una esperanza de incantación
porque parece apelar a una narrativa histórica cuando se refiere a líderes
conocidos como Arafat, Clinton, Sharon, y asuntos de actualidad, pero el tozudo
estilo glacial termina despojándolo de interés aun en estos aspectos.