miércoles, 22 de julio de 2020

El nuevo código secreto de la Biblia


Acabo de leer El nuevo código secreto de la Biblia, parcialmente, pero con una visión panorámica que me da inteligencia sobre su total contenido. Es un libro técnico, escrito por un periodista estadounidense ateo, con la ayuda de un ilustrado judío de apellido Rips. No es de esos libros que pueden llamarse apasionantes, al menos desde mi perspectiva. Lo leí como quien escala una montaña o, mejor, un risco, sin la pasión de un alpinista. Terminé por abandonarlo cuando entendí que ya tenía una idea suficiente de él.
            El libro examina los versículos de la Torá, la cual es su único contexto, y va descubriendo los versículos que en ella se encuentran de manera entrecruzada. Su novedad consiste en que son profecías distintas a las del Antiguo Testamento y proyectadas sobre el siglo XXI. El mensaje derivado de ellas es que el mundo terminará destruido por un holocausto nuclear generado desde el Medio Oriente por terroristas musulmanes. Ese holocausto se llevará a cabo en el año 2006. El escritor tajantemente habla del “fin de los días”, es decir, del fin de la civilización actual en todo el planeta. Aplicando su método de versículos entrecruzados, los códigos secretos de la Biblia (esto es, los que no están conocidos de manera explícita) revelan, por ejemplo, la destrucción de las Torres Gemelas del World Trade Center, los actos terroristas fraguados en Afganistán y la personalidad y planes de Osama Bin Laden, además del asesinato –ya consumado- del presidente J.F. Kennedy. De pasada, el periodista cuenta cómo hizo contacto con líderes del momento como Yaser Arafat y su ayudante, y líderes judíos especialmente del sector militar sin que hubiera podido entrevistarse, a pesar de su insistencia, con el primer ministro Ehud Barak´
            La debilidad del libro está en que todo lo apuesta al hecho de que “el fin de los días” culmina en 2006 con el lanzamiento del artefacto nuclear que produciría el holocausto. Han pasado 14 años (hoy 20 de julio de 2020).
            Otra de sus debilidades es que es una profecía totalmente judaica, ignorando el Nuevo Testamento (aunque hace referencia tangencial del Apocalipsis) no obstante estarse redactando en el año 2002. El autor, Michael Drosnin, a pesar de declararse continuamente ateo, se muestra sorprendido de las revelaciones proféticas emanadas de “alguien superior” que no está en el planeta sino “en el cielo”.
            En conclusión, debo decir que es un libro pesado, cargado de notaciones técnicas, “matemáticamente “bien distribuido o diagramado (seguramente por la influencia del matemático Rips) y, por tanto, “desangelado”. Acercándose al final hay una esperanza de incantación porque parece apelar a una narrativa histórica cuando se refiere a líderes conocidos como Arafat, Clinton, Sharon, y asuntos de actualidad, pero el tozudo estilo glacial termina despojándolo de interés aun en estos aspectos.

           



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