sábado, 16 de julio de 2011

Cervantes y la novela

El próximo 23 de abril de 2011 se cumplen 395 años de la muerte de Miguel de Cervantes Saavedra, creador de “Don Quijote de La Mancha”, el libro más importante de la literatura en lengua española de todos los tiempos. Cervantes murió en Madrid, pobre y solo, sin saber -intuyendo tal vez- que había escrito no sólo un libro trascendental sino aquel que fundaba la novela moderna, tal como hoy la conocemos. La novela, en su tiempo, era un género sin importancia, un tipo de narración corta en prosa, realista pero centrada en la trama más que en los personajes, sin digresiones, sin descripciones lentas. Se escribía en romance castellano y su prestigio estaba por debajo de las fábulas y los apólogos. La narración acerca de los asuntos del hombre en su vida cotidiana no era tema de la prosa sino del verso. Es decir, se narraba en verso. La épica, desde los tiempos del Cid Campeador, se confinaba al verso. Eran todavía, avanzado el siglo XVI y comenzado el XVII, los dominios de la poesía épica.

Cervantes va a dar un vuelco a esta situación al darse cuenta de la enorme posibilidad de la novela para expresar la complejidad del mundo que corría, plasmada la modernidad. Se trataba de un mundo complejo en el que había desaparecido el Dios totalizador de la Edad Media y su verdad absoluta, y el hombre, en posesión de la razón y la libertad que le confiere el Renacimiento, se encuentra de pronto ante su soledad cósmica y ante un conjunto de verdades relativas que problematizan su vida cotidiana. La poesía épica se hace entonces inhábil para expresar este nuevo mundo. La novela entra por consiguiente a ser la forma de expresión de la mismidad del hombre, de sus angustias, en medio de ese mundo que se ensancha trepidante hacia todos los confines del planeta. La prosa en este sentido es mucho más eficaz que el verso y a partir de Cervantes ya no se narrará en verso. De allí que Cervantes sea el primero en “narrar en prosa”, es decir, en novelar en lengua castellana y hacer de la novela el género por excelencia de la sociedad moderna.

En el capítulo XLVII de la primera parte de “El Quijote” se esboza, a propósito del diálogo entre el cura y el canónigo, la concepción de la novela según el gran escritor. El canónigo critica a los libros de caballería cuyos “desaforados disparates”, su “fealdad” y “descompostura”, su “estilo duro” no le permiten ni siquiera entretener. Pero tienen, dice, una gran cualidad: son “escritura desatada” y permiten al escritor asumir las múltiples perspectivas de la realidad de manera densa e ilimitada y hacer uso de la épica, la lírica y la dramática, los géneros matrices de la humanidad. Pues bien: eso es lo que hizo Cervantes en su obra maestra, fundando la novela como “género extenso moderno”. Hizo de la novela una herramienta para barajar todas las fuentes del conocimiento del hombre a través de las cuales el escritor no sólo examina y expone la mismidad del ser humano sino que proyecta su ética, su cosmovisión. Es el equivalente a aquel “deleitar y enseñar” propuesto por la literatura caballeresca y asumido por Cervantes, y a lo que siglos más tarde formulara Lukács en una frase célebre: “La novela es el único género literario en el que la ética del escritor se convierte en un problema estético”. Ello se consagra con el carácter pluri-genérico del legado de Cervantes, artífice de una inagotable innovación literaria.

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