jueves, 10 de marzo de 2016

Es Cristo, no los sistemas

La humanidad está hoy día muy conmovida. El planeta es un hervidero. La confrontación política y bélica (bélica pero no militar en sentido estricto) se agrava con la descomposición moral más terrible que el mundo haya afrontado. La confusión de géneros -para dar un ejemplo al azar- ha llegado a un grado sin precedentes en la historia. En nuestro país, Venezuela, ya se ha hecho un concurso de "Miss Transgénero", una aberración.  Ojo: no estoy  atacando a la homosexualidad de por sí. Sé que es un espinoso tema. Pero no atacarla es distinto a apoyarla. Porque la homosexualidad no se apoya, sino que se supera. Y esto sólo es posible con Cristo Jesús. Porque es ante todo un problema espiritual, no biológico como tiende a creerse. Se sabe de homosexuales que han recuperado su normalidad al recibir a nuestro Señor Jesucristo y seguirlo de manera sincera.
Ahora bien, no son los sistemas los que producen sociedades estables y prósperas. Desde muy antiguo, los hombres han venido inventando sistemas socio-políticos con la esperanza de vivir en bienestar. Así, modernamente, se creó la República para suplantar a la monarquía, siendo la democracia inherente a aquélla. Fue un avance pero sabemos que la República pronto, en casi todo el mundo, degeneró en dictaduras, formas de gobierno en muchos casos peores que las malas monarquías. A mediados del siglo XIX, con Carlos Marx, se inventó el comunismo con su antesala del socialismo, concebidos como formas avanzadas de vida social. Pero ya conocemos lo que ocurrió: el marxismo, con el materialismo dialéctico e histórico, se tornó en una teoría de la dictadura del proletariado y, además, en una doctrina atea. Los socialismos con fundamento en el marxismo se convirtieron en feroces dictaduras colectivistas que dieron lugar a opresión, hambre y muerte. La Unión Soviética y la República Popular China (dirigida por Mao Tse Tung) son los ejemplos más grandes y aterradores de esta clase de dictaduras. Su última expresión es la dictadura comunista cubana que en 57 años ha dado lugar a pobreza, escasez crónica y persecución política al pueblo cubano, sin dejar de mencionar a Corea del Norte, una dictadura comunista asentada en un siniestro culto a la personalidad.
El desarrollo de la historia moderna demuestra que las naciones que han logrado un más alto nivel de bienestar político, social y económico son aquellas cuyos gobiernos auspician la libertad y, por consiguiente, el Estado de Derecho pero que a su vez han conocido el Evangelio. O, para ser más exactos, son naciones en las que ese bienestar se ha establecido como consecuencia de una amplia difusión del Evangelio. Por lo cual podemos decir que no es en sí el sistema político-social el que ha hecho real el bienestar sino que la difusión y asimilación del Evangelio han hecho real la estabilidad y prosperidad, fundadas en la libertad y el derecho. De allí que Europa, siendo el continente más involucrado en el cristianismo reformado, haya sido el continente más avanzado en los campos político, social y económico. Algo similar puede decirse de los Estados Unidos de Norteamérica, país fundado por cuáqueros, grupo cristiano disidente del anglicanismo en Inglaterra, el cual en poco tiempo dio lugar a una pujante economía extendida por todo el territorio. Costa Rica también lo demuestra: es el país con mayor población cristiana en Latinoamérica  que, a pesar de no disponer de recursos naturales cuantiosos, goza de estabilidad política y de una economía sólida emanada del trabajo de sus habitantes y de un sistema ecológico excepcional. En esa misma perspectiva es necesario situar a Corea del Sur cuyas iglesias cristianas están entre las más numerosas del mundo.
El sistema comunista ha fracasado en todo el planeta y a ello no es ajeno el ateísmo que suele conllevar en tanto que el sistema capitalista ha tenido múltiples problemas en aquellos países donde el Evangelio ha sido débil y la idolatría y la incredulidad extensas. La opción es evidente: es Cristo, no los sistemas. Donde Cristo reina,la luz, la prosperidad espiritual y material llegan. Donde ha sido marginado o ignorado reinan las tinieblas, es decir, la pobreza, la división, los divorcios, la inestabilidad política, la idolatría en sus formas más abominables, el malestar social y aun otros infortunios. Hermano: te invito a que examines tu corazón, tu vida, y des a Cristo Jesús la oportunidad de abrazarte, de escucharte, de ayudarte. Él espera por ti con los brazos abiertos, no te defraudará.

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