lunes, 6 de febrero de 2012

El sueño del celta


                                      “El sueño del celta" es la novela más reciente de Mario Vargas Llosa. Ella demuestra una vez más la maestría del autor  en la estructuración del género, la relevancia del lenguaje como componente de la novela, el talento para interesar al lector. Es una suerte de biografía de Roger Casement, el diplomático británico de origen irlandés que a principios del siglo XX denunció y demostró las atrocidades cometidas contra los aborígenes congoleses y peruanos en la explotación del caucho. El término escueto de biografía en obras como ésta no es el más correcto.  Sería más apropiado hablar de novela biográfica o biografía novelada, denominaciones que tampoco son unánimes. Uslar Pietri las rechazaba de plano y propuso la designación “novela en el tiempo”, tratándose de las novelas fundadas en hechos históricos. Mario Vargas Llosa, en entrevista reciente, alertaba acerca del error de confundir su novela con un libro de historia pues –decía- si bien refiere los hechos históricos básicos, lo literario en ella tiene mucho más peso que lo real. En este sentido, “El sueño del celta” es una biografía novelada –apelativo más preciso que el de novela biográfica y menos aéreo que el de “novela en el tiempo”- porque  reconstruye en lo esencial la vida de Roger Casement y deja lugar a la ficción, es decir, a la imaginación del escritor para esclarecer los espacios adonde no accede la objetividad histórica. La literatura (y en especial la novela), cuya herramienta más poderosa es la imaginación, es el arte que puede captar la vida humana en toda su complejidad. Y es eso lo que ocurre en esta obra: no sólo se describen los hechos en los que se involucró Roger Casement sino también su psiquis, sus sueños, esa intimidad de los seres humanos que solo se revela a plenitud ante la imaginación del escritor. Se configura así un territorio que es característico de la novela, un compendio de historia-realidad y ficción. Esos momentos-límite: Roger Casement en la celda de Pentonville Prison, atormentado por la inminencia de la muerte, el encuentro en sueños con su madre fallecida, las dudas sobre su nacionalismo radical; en la habitación de un hotel sumido en una pesadilla de gozo y sufrimiento después de un intento homosexual frustrado con un joven encontrado en un parque de Las Palmas son, por ejemplo, algunas de las experiencias alcanzadas por la ficción en modo alguno ajenas a la vida real del personaje.

          ¿Quién era Roger Casement? “El sueño del celta” nos lo dice: nacido en Dublín en 1864 fue un joven explorador de la selva en la expedición ordenada por Leopoldo II de Bélgica para apoderarse del Congo; devino diplomático al servicio de la Corona Británica y nombrado Sir. Personalidad democrática y sensible denunció ante el mundo los crímenes y la esclavitud  contra los negros africanos y los indios amazónicos. Fue por ello el más importante precursor de los derechos humanos. Ya consagrado se dedicó a la independencia de Irlanda pero cometió un gravísimo error: coludió con Alemania, en plena Primera Guerra Mundial, para atacar a Inglaterra y obtener la independencia de su isla natal. Arthur Conan Doyle, Bernard Shaw, William Butler Yeats pidieron clemencia para él. No así sus mejores amigos, entre ellos Joseph Conrad, a quien conoció en África y guió por entre los laberintos tenebrosos del Congo, experiencia semilla de “El corazón de las tinieblas”. Fue ejecutado en Londres el 3 de agosto de 1916. 

         




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